sábado, 1 de noviembre de 2008

Un cuento como todos los cuentos...


EL PRINCIPE ENCANTADO (tan solo un cuento)

Esta historia sucedió hace muchos, pero muchos, muchos años y como todas las historias tienen un principio. En un lugar muy, pero muy lejano había un reino, el cual tenia como todos los reinos un rey y una reina, los reyes del país.
Un día el rey le dijo a la reina, oye mi amor, ¿a que horas sales al pan? Y ella como toda una real reyna (por que era de verdad) le dijo al rey, pos fíjese mi rey que al ratito, tu dices si me acompañas. Así el rey asintió, salió fuera del palacio y aguardo a la bella reina en la esquina, al verla llegar, se ajusto el cinturón (se le caían los pantalones) y le dijo quihubole mi quin, aquí esta su rey, ton´s que, ¿vamos por el pan?, aunque no sea tiempo de elecciones.. Así ambos encaminaron sus pasos hacia la real panadería, donde la reina compro unos birotes, unos ojos de pancha, unos besos y unas teleras, al salir el rey le dijo a la reina, oiga su majesta, pos que no habrá chance de que me dé una telera es que sé ven y bien guenas, a lo cual la reina se sonrojo y le dijo, pos ya vas, pero nomás que en lo oscurito, no sea que pase la gente y nos vea y ya ve como son de habladores.
Y sucedió lo que debía de suceder, el rey se comió las teleras de la reina y ambos se agasajaron los besotes que… qué bárbaro. Y como suele suceder a los nueve meces en punto nació una bella princesita, y para que la gente no anduviera murmurando por ahí, pos que le organizan un bautismo de lux.
Ya la pachanga estaba en su apogeo, el rey echándose unas canciones de amor y unos tragos de alcohol del 96 que no vea usté, la reina platica y platica con sus amigas, ay sí, es que fue un parto psicorofilaptico, es lo mejor de todo, fui a jiuston pa´ tener a la beiby, y yo como soy bien buena mamá le voy a dar pecho aunque no mucho por que el rey siempre anda pidiendo las sobras.
Así estaba todo el palacio de hierro (que era de latón, pero se oye más importante), llegaron las hadas madrinas, y eran madrinas de verdad, hasta traían sus judas por si acaso, y la mas pachanguera de las tres estaba pero si bien feliz, litro tras litro de pulque y ella como si nada, le había entrado al mole, al pipían, a todo, si de verdad a todo y si no que le pregunten a los guardias del palacio.
En ese momento se escucho un tronido bien fuerte, hasta parecía que los estaban desalojando con buldózer, pero no, era el hada mala, ella estaba ardida por qué no la habían invitado al ágape. Así que se coloco en medio del gran salón y le dijo a la pequeña princesita, yo te voy a echar un conjuro de eyemo (perdón, ese es colirio) y le dijo que no sería feliz hasta que no llegara su pitufo, su cuico, su príncipe blu, mientras tanto sufriría de callos, verrugas y dolores de estomago con fuertes diarreas y evacuaciones como si anunciaran una bomba o un incendio.
El hada madrina buena, si hombre…, la de los guardias, se acerco y le dijo que la princesita rompería el hechizo cuando besara a su amado y de puro coraje le regalo un tubo de picrato compuesto al hada mala para las quemadas y las ardidas.
Con este tremendo susto, la fiesta se termino, pero como el rey ya andaba encarrerado decidió rápidamente seguirse la juerga con sus cuates, total, su hija ni cuenta se había dado y la reina estaba tan asustada que se desmayo.
Pasaron los años y la princesita, vivía sola y triste en su castillo (ya habían hecho algunas mejoras al palacio, es que en tiempo de lluvias parecía alberca, de esas que se dan por aquellas fechas allá por Chalco), y un día andando por los jardines escuchó una pequeña y lejana voz que le decía: Hola mamacita, que buena estas.
Ella espantada pensó que un retortijón y procediendo a excusarse, se retiraba a sus reales excusados cuando esa vocecita le dijo: Acá abajo babosa.Ella no alcanza a entender (es que la neta del planeta, si era medio babosa) y se acomodo para aposentarse en una banca Y la vocecita que provenía de un sapo pintado de blu le dijo, cuidado que si las quiero pero no de golpe y brinco y brinco, porque si no... Pos se termina el cuento.
La princesita al ver que la voz provenía del sapito azul le dijo y tú qué quieres A lo cual el sapito le respondió, yo pos todo mamacita, cosa de que tu también quieras y veras que divertida nos damos.
Ella fascinada tomo al sapito entre sus manos y... Como este es un cuento interactivo tiene tres finales, elige el que más te guste y disfrútalo.
Final uno: Lo acerca a su boquita y le da un ósculo, si hombre ¡un ósculo!, no es que se notara nada, conste que se lo dio con cuidadito, el ósculo, lo demás lo hizo después cuando de pronto el sapito se convirtió en papá pitufo vestido de policía, él le dio... mal pensada, si, le dio otro ósculo y vivieron muy felices hasta que les cayo la esposa de él.
Final dos: Ella lo toma entre sus manitas, lo acerca lentamente a su sensual boca, la abre y ZAZ que se lo come.
Final tres: Ella hace lo mismo, lo acerca a su boca, lo huele y lo GUACAREA.
Bueno bolas y bolitas, esos y esas, como dijo aquel tan, tan y colorín colorado, este cuento aquí ha empezado, por cierto una foto del sapito se incluye al inicio.
Alejandro

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