sábado, 6 de noviembre de 2010

Carta a Vero - Siempre habrá pequeños secretos



Creo que siempre habrá pequeños secretos, no tanto porque uno desee guardarlos y mucho menos de alguien con quien se ha compartido el dolor y la alegría, el pan y el vino, pero son esas islas, que acaso y sean más un archipiélago, lo que te hace guardar silencio y es lo que a veces no sabes cómo expresarlas como decirlas, son esas que están en la memoria y no se pueden olvidar, pero son también aquellas que aunque desees decirlas se atoran en la garganta o se atoran en la pluma, a veces las palabras solo se acuestan sobre la arena y se dejan llevar.

Es algo que por lo regular no comento, de hecho existen en mi vida dos tipos de muertos, los de los amigos, los camaradas y los de la familia, no lo hablo porque creo que es algo que la mayoría no comprende, sin embargo, a pesar de todo, existe un gran dolor y tristeza, algunos resaltan por el afecto, porque mientras caminamos juntos me permitieron sentir su alma, su espíritu

Yo soy alguien solitario, melancólico, un poco oscuro, así que la muerte para mi es una fiel amiga, alguien que siempre ha estado conmigo, que me ha acompañado, no es un ser terrible, no es un fin, es alguien llegara cuando deba de ser y espero poder al menos poder tomar con ella una copa de vino o de brandy, fumar un buen cigarro y caminar a su lado, con tranquilidad, sin prisas, solo sabiendo que ella está acompañándome, lista para guiare.

Quizá he sentido su presencia siempre, cuando me detuvieron y torturaron, cuando los halcones me golpearon, cuando me dispararon en medio de la noche, cuando he visto como los esbirros cual bestias desgarran a los compañeros y compañeras, quizá porque mi pequeña sobrina, mi mejor cliente, ella que se sentaba en mis piernas y me abrazaba y me daba besos y me pedía que le contara historias, ella es acaso la más dolorosa, la del amigo que compartimos momentos únicos, que trabajamos juntos con campesinos, que participamos como camaradas en la recuperación de la tierra para los pobres, sus verdaderos dueños, porque a ambos nos detuvieron y torturaron y al concluir todo, hicimos un pacto, nadie se va solo, nos vamos juntos, sin embargo, el se fue, decidió adelantarse, me dejo, yo me enoje, pero ella vino y me dijo ve a verlo, patica con él, así que hace unos tres o cuatro años fui a buscarlo con dos botellas, una de tequila para él y otra de ron para mí, ahí, en su sepulcro, nos bebimos todo, hablamos y recuperamos la amistad, él está esperándome en esa tierra que recuperamos junto con los compañeros, no puede haber mejor lugar para dejar de ser.

Más no es a la muerte a quien hemos de temer, insisto es una buena, una magnifica amiga y compañera, hemos de saber que lo importante es el camino, el cómo lo andamos, por eso yo estoy tranquilo y deseo fervientemente que ella no tarde, ya estoy cansado y deseo dejarme ir.

Así que, por eso no hablo de la entrañable amiga y compañera, porque por lo general todo mundo desea ser eterno, inmortal y yo solo deseo volar, poder irme y acaso llorar, llorar hasta quedar vacío, porque te aseguro que el dolor es parafraseando a Jorge Manrique “una mar muy ancha”, llorar y dejar de sentir tanto, tanto dolor y soledad, así que la espero y acaso algún día también la invite a venir y a beber una copa de brandy y a fumar un cigarro y convertirnos en humo mientras la ceniza va quedando.
Alejandro

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