domingo, 6 de mayo de 2012

Para no valer ... madres del 10 de mayo







Cada 10 de mayo escribo algo, porque ese día se celebra en México el día de las madres, claro que por un lado es por demás cursi y falto de elegancia y por el otro, un gran, gran negocio.

Ese día en las escuelas de los niños y adolescentes se realizan festivales, donde los niños participan con algún baile, poema o canción, es claro que el poema que esta presente en este festejo es “El brindis del Bohemio” de Guillermo Aguirre Fierro y que demuestra con cierto candor y mucha cursilería como se festeja y se recuerda a nuestra “santa madre”.

“En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.

Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.

Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.

(…)

Sólo faltaba un brindis, el de Arturo,
el del bohemio puro,
de noble corazón y gran cabeza;
aquel que sin ambages declaraba'
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.

Por todos lados estrechado, alzó la copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento
los inundó en la luz de una mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así, con inspirado acento:

-Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos;
por la mujer que me arrulló en la cuna.

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dió en pedazos
uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía;
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.

Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella ...”

Bueno, esta es la exegesis de la poesía nacional para la madre (no se dé quien, pero si es para eso, para recordárnosla), aparte de poemas cursis (aunque por la época en que se escribió puede justificarse su cursilería excesiva, aunque debo reconocer que no todo lo cursi es nefasto, hay cosas estupendas y que merecen todo el reconocimiento) en ese día se invita a las “cabecitas blancas” a comer en algún restaurante, el cual va de la fonda del mercado a los lugares más caros, en todos lados se encuentran letreros recordándole a uno que tiene madre y que debe hacer algo grandioso para festejarla !es su día, claro!

Por cierto, hay otro poema que me parece maravilloso, no está dedicado a la madre, lo escribe un buen poeta mexicano a finales del siglo (XIX) el “Nocturno a Rosario"  de Manuel Acuña enamorado –como la niña de Guatemala- de Rosario de la Peña (en otra ocasión escribiré de la poesía, el amor, el deseo, el gozo y la muerte) este maravilloso poema que todos los que alguna vez fuimos jóvenes y pensamos en el alma del ser amado nos lo aprendimos y lo recitamos (yo lo hice y fue, en serio, en una noche de luna llena iluminando la vida abajo del balcón de la joven que me gustaba –Laura- iba con Arturo, ambos estábamos en secundaria así que tendría no más de 15 años allá por 1968 o 1970, al pie de su ventana, e lo que todavía era el pueblo de Tacubaya), en fin, el poema dice así:

I
¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
II
Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.
III
De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.

(...)

Al leerlo es interesante, de hecho, al comentarlo con una de las personas más queridas y cultas con las que la vida me ha permitido estar, mi amiga y querida hija “Vero” nos hemos reído y es que es cierto, no es posible que se compare ese amor (Octavio Paz “La llama doble”) lleno de carne, de deseo con ese otro amor lleno de fortaleza y vida, la cosa es que, yo si se lo dije, desde entonces, ella (Laura) es mi novia técnica, es decir, técnicamente es mi novia, porque si bien es cierto, le recite sin ritmo, pero eso si con muchas ganas y feeling el poema, jamás le pedí que fuera mi novia y a pesar de que yo no comía ni dormía, como, buen macho me calle y así, se convirtió en mi novia aunque, claro está, ella nunca lo supo).

Pero regresando a mi disertación sobre aquella que nos dio la vida, en todos lados se festeja, así hay restaurantes donde a las “mamás” (con acento, eh!) no pagan, aunque no se requiere identificación o constancia alguna de su calidad de madre, en los trabajos se les da el día, ah! y de los regalos no se diga, claro que abundan las flores, sobre todo las rosas (ese Edipo que todos tenemos por ahí), los costureros, dibujos o cosas hechas por las infantiles y tiernas manos, hasta aquello que la hará plenamente feliz, la lavadora, el refrigerador (freizer), los muebles de la sala o la recamara, la estufa, el vestido maternal (todo casto, cual monja del siglo XV o XVI) y están los hijos agradecidos (los mariachis y los tríos también) de que les lleve serenata "gallo" o al menos a la hora de la comida.

También hay madres (mamás) que desean compartir con todo su familión (la propia, la agregada, la desdoblada y la extendida), así que cocinan ese día, atienden, reciben besos y abrazos, muchas felicitaciones y al final solo deberán poner en orden la casa, lavar la loza y dejar todo listo “como tasa de té”.

Aunque hay algo que no logro entender y sé que esto puede ser una herejía y yo ser condenado como reprobó y apostata, pero no logro entender por qué hemos de felicitar a las madres (tampoco a los padres o a las mujeres) por el hecho de serlo, esta decisión no fue adoptada por el hijo, es más el es el producto de la opción asumida, en todo caso, las madres y los padres deben de ser felicitados no por tener hijos, sino por amarlos, cuidarlos, educarlos, por ser sus consejeros, aquellos que se angustian por sus hijos y lloran cuando ellos están tristes, aquellos que juegan y comparten, aquellos que se alegren de sus alegrías, porque creo que ese es el verdadero trabajo.

Yo se que muchas madres merecen ser consideradas como heroínas, por haber enfrentado la vida solas y aun así lograr que sus hijos sean buenas personas, verdaderos seres humanos, que crezcan sabiendo que a pesar de lo oscuro que puede ser el camino, siempre habrá un sueño o una esperanza para ser felices, aunque sea un poco.

Hoy no deseo felicitar a mi madre, ella hizo lo que debía y lo hizo bien, aquí estoy yo y están mis hijos, somos prueba palpable del trabajo y amor que mi madre ha dado, sin embargo si deseo hablar de lo que ella es para mí y sobre todo porque mi padre hace 56 años que se fue a comprar cigarros y no ha regresado, gracias a Dios.

Soy hijo único, no tengo hermanos, pero mi mare, que es una mujer sabia e inteligente acepto a mis amigos, de hecho muchos le siguen viendo, saludando y visitando con sus esposas, sus hijos y nietos, cuando me llego la adolescencia en este México de represión (1968 – 1971) y donde se desea definirse y pruebas varios caminos, yo opte por algunos oscuros, así que me fui de mi casa muy joven, mi madre nuevamente no me insistió que regresara ni estudiara, al final no regrese porque empecé a trabajar con campesinos y termine de estudiar, así que hice lo que ella quería sin darme cuenta.

Cuando era niño y adolescente, siempre que salíamos (y eso era cada domingo, cuando menos al cine y a algún restaurante a comer, cuando no a Acapulco) aprendí que todos somos iguales, que si puedes compartir debes ser generoso y solidario sin esperar nada a cambio, que ella estaba ahí para cuidarme y cuando me fui lo siguió haciendo.

Cuando me case ella cuido de mis hijos porque Violeta y yo debíamos de trabajar, así ella solo disminuyo sus clientas (se dedico al negocio de la belleza, aunque conmigo le fallo bastante), así que nunca me pidió nada, hasta que hace como 22 o 23 años decidí mantenerla y curiosamente no es una carga ni una responsabilidad, es como con mis hijos, un gozo poder compartir lo que tengo.

Es muy gritona y se enoja ·muy feo”, claro, nadie se enoja bonito, ahora ella tiene 87 años, me ha aguantado, ha sido prudente, paciente y tolerante, ha buscado que la lectura sea mi alma, así que no la puedo felicitar por el hecho de ser madre, ella tomo su opción, no le puedo agradecer por cumplir responsablemente conmigo puesto que era su obligación, pero si se que la quiero no por ser mi madre, sino por ser la mujer que es. Se que pronto va a morir, pero espero que al menos en el momento en que deba de irse lo haga en paz, sabiendo que no quedo ningún capitulo, ninguna letra por ser escrita por sus viejas manos.

Para terminar deseo y espero que todas y todos aprendamos a caminar juntos, sin miedo y a saber que el buen, el verdadero trabajo de una madre se ve cuando sus hijos caminan en paz, con tranquilidad, que son prudentes, tolerantes, valientes, felices, solidarios, porque eso mis queridos amigos, no es genética, eso es el amor que educa.

Alejandro, 10 de mayo, 2012.
  

PS. Por muchas razones, entre otras, por que viviendo en Santa Cruz de Juventino Rosas, con Luis y la Mely, cuando poco tiempo después conocí el poder, la barbarie y la brutalidad del estado, ese 10 de mayo, no pude ir con mi madre, sin embargo, en algún lugar de mi mente surgió esta canción y mientras los criminales hacían lo propio con migo, mi mente la cantaba recordando y pidiendo que mi madre estuviera ahí, junto a mí, gracias a Dios no estaba y no lo sabe (eso creo).

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