Cada
10 de mayo escribo algo, porque ese día se celebra en México el día de las
madres, claro que por un lado es por demás cursi y falto de elegancia y por el
otro, un gran, gran negocio.
Ese
día en las escuelas de los niños y adolescentes se realizan festivales, donde
los niños participan con algún baile, poema o canción, es claro que el poema
que esta presente en este festejo es “El brindis del Bohemio” de Guillermo Aguirre Fierro y que demuestra con
cierto candor y mucha cursilería como se festeja y se recuerda a nuestra “santa
madre”.
“En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.
El humo de olorosos cigarillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había
risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
(…)
Sólo
faltaba un brindis, el de Arturo,
el
del bohemio puro,
de
noble corazón y gran cabeza;
aquel
que sin ambages declaraba'
que
sólo ambicionaba
robarle
inspiración a la tristeza.
Por todos lados estrechado, alzó la copa
frente
a la alegre tropa
desbordante
de risa y de contento
los
inundó en la luz de una mirada,
sacudió
su melena alborotada
y
dijo así, con inspirado acento:
-Brindo por la mujer, mas no por esa
en
la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo
del placer ¡desventurados!;
no
por esa que os brinda sus hechizos
cuando
besáis sus rizos
artificiosamente
perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros,
siento
por esta vez no complaceros.
Brindo
por la mujer, pero por una,
por
la que me brindó sus embelesos
y
me envolvió en sus besos;
por
la mujer que me arrulló en la cuna.
Por la mujer que me enseñó de niño
lo
que vale el cariño
exquisito,
profundo y verdadero;
por
la mujer que me arrulló en sus brazos
y
que me dió en pedazos
uno
por uno, el corazón entero.
¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que
piensa en el mañana
como
en algo muy dulce y muy deseado,
porque
sueña tal vez que mi destino
me
señala el camino
por
el que volveré pronto a su lado.
Por la anciana adorada y bendecida,
por
la que con su sangre me dio vida,
y
ternura y cariño;
por
la que fue la luz del alma mía;
y
lloró de alegría
sintiendo
mi cabeza en su corpiño.
Por esa brindo yo, dejad que llore,
que
en lágrimas desflore
esta
pena letal que me asesina;
dejad
que brinde por mi madre ausente,
por
la que llora y siente
que
mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la anciana infeliz que sufre y llora
y
que del cielo implora
que
vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por
mi madre bohemios, que es dulzura
vertida
en mi amargura
y
en esta noche de mi vida, estrella ...”
Bueno,
esta es la exegesis de la poesía nacional para la madre (no se dé quien, pero
si es para eso, para recordárnosla), aparte de poemas cursis (aunque por la época
en que se escribió puede justificarse su cursilería excesiva, aunque debo
reconocer que no todo lo cursi es nefasto, hay cosas estupendas y que merecen
todo el reconocimiento) en ese día se invita a las “cabecitas blancas” a comer
en algún restaurante, el cual va de la fonda del mercado a los lugares más
caros, en todos lados se encuentran letreros recordándole a uno que tiene madre
y que debe hacer algo grandioso para festejarla !es su día, claro!
Por
cierto, hay otro poema que me parece maravilloso, no está dedicado a la madre,
lo escribe un buen poeta mexicano a finales del siglo (XIX) el “Nocturno a
Rosario" de Manuel Acuña enamorado –como la niña de Guatemala- de Rosario de la
Peña (en otra ocasión escribiré de la poesía, el amor, el deseo, el gozo y la
muerte) este maravilloso poema que todos los que alguna vez fuimos jóvenes y
pensamos en el alma del ser amado nos lo aprendimos y lo recitamos (yo lo hice
y fue, en serio, en una noche de luna llena iluminando la vida abajo del balcón
de la joven que me gustaba –Laura- iba con Arturo, ambos estábamos en
secundaria así que tendría no más de 15 años allá por 1968 o 1970, al pie de su
ventana, e lo que todavía era el pueblo de Tacubaya), en fin, el poema dice
así:
I
¡Pues
bien! yo necesito
decirte
que te adoro
decirte
que te quiero
con
todo el corazón;
que
es mucho lo que sufro,
que
es mucho lo que lloro,
que
ya no puedo tanto
al
grito que te imploro,
te
imploro y te hablo en nombre
de
mi última ilusión.
II
Yo
quiero que tú sepas
que
ya hace muchos días
estoy
enfermo y pálido
de
tanto no dormir;
que
ya se han muerto todas
las
esperanzas mías,
que
están mis noches negras,
tan
negras y sombrías,
que
ya no sé ni dónde
se
alzaba el porvenir.
III
De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.
(...)
Al
leerlo es interesante, de hecho, al comentarlo con una de las personas más
queridas y cultas con las que la vida me ha permitido estar, mi amiga y querida
hija “Vero” nos hemos reído y es que es cierto, no es posible que se compare
ese amor (Octavio Paz “La llama doble”) lleno de carne, de deseo con ese otro
amor lleno de fortaleza y vida, la cosa es que, yo si se lo dije, desde
entonces, ella (Laura) es mi novia técnica, es decir, técnicamente es mi novia,
porque si bien es cierto, le recite sin ritmo, pero eso si con muchas ganas y
feeling el poema, jamás le pedí que fuera mi novia y a pesar de que yo no comía
ni dormía, como, buen macho me calle y así, se convirtió en mi novia aunque,
claro está, ella nunca lo supo).
Pero
regresando a mi disertación sobre aquella que nos dio la vida, en todos lados
se festeja, así hay restaurantes donde a las “mamás” (con acento, eh!) no
pagan, aunque no se requiere identificación o constancia alguna de su calidad
de madre, en los trabajos se les da el día, ah! y de los regalos no se diga, claro
que abundan las flores, sobre todo las rosas (ese Edipo que todos tenemos por
ahí), los costureros, dibujos o cosas hechas por las infantiles y tiernas
manos, hasta aquello que la hará plenamente feliz, la lavadora, el refrigerador
(freizer), los muebles de la sala o la recamara, la estufa, el vestido maternal
(todo casto, cual monja del siglo XV o XVI) y están los hijos agradecidos (los mariachis y los tríos también) de que les lleve serenata "gallo" o al menos a la hora de la comida.
También
hay madres (mamás) que desean compartir con todo su familión (la propia, la
agregada, la desdoblada y la extendida), así que cocinan ese día, atienden,
reciben besos y abrazos, muchas felicitaciones y al final solo deberán poner en
orden la casa, lavar la loza y dejar todo listo “como tasa de té”.
Aunque
hay algo que no logro entender y sé que esto puede ser una herejía y yo ser
condenado como reprobó y apostata, pero no logro entender por qué hemos de
felicitar a las madres (tampoco a los padres o a las mujeres) por el hecho de
serlo, esta decisión no fue adoptada por el hijo, es más el es el producto de
la opción asumida, en todo caso, las madres y los padres deben de ser
felicitados no por tener hijos, sino por amarlos, cuidarlos, educarlos, por ser
sus consejeros, aquellos que se angustian por sus hijos y lloran cuando ellos están
tristes, aquellos que juegan y comparten, aquellos que se alegren de sus alegrías,
porque creo que ese es el verdadero trabajo.
Yo
se que muchas madres merecen ser consideradas como heroínas, por haber
enfrentado la vida solas y aun así lograr que sus hijos sean buenas personas,
verdaderos seres humanos, que crezcan sabiendo que a pesar de lo oscuro que
puede ser el camino, siempre habrá un sueño o una esperanza para ser felices,
aunque sea un poco.
Hoy
no deseo felicitar a mi madre, ella hizo lo que debía y lo hizo bien, aquí estoy
yo y están mis hijos, somos prueba palpable del trabajo y amor que mi madre ha
dado, sin embargo si deseo hablar de lo que ella es para mí y sobre todo porque
mi padre hace 56 años que se fue a comprar cigarros y no ha regresado, gracias
a Dios.
Soy
hijo único, no tengo hermanos, pero mi mare, que es una mujer sabia e
inteligente acepto a mis amigos, de hecho muchos le siguen viendo, saludando y
visitando con sus esposas, sus hijos y nietos, cuando me llego la adolescencia
en este México de represión (1968 – 1971) y donde se desea definirse y pruebas
varios caminos, yo opte por algunos oscuros, así que me fui de mi casa muy
joven, mi madre nuevamente no me insistió que regresara ni estudiara, al final
no regrese porque empecé a trabajar con campesinos y termine de estudiar, así
que hice lo que ella quería sin darme cuenta.
Cuando era niño y adolescente, siempre
que salíamos (y eso era cada domingo, cuando menos al cine y a algún restaurante
a comer, cuando no a Acapulco) aprendí que todos somos iguales, que si puedes
compartir debes ser generoso y solidario sin esperar nada a cambio, que ella
estaba ahí para cuidarme y cuando me fui lo siguió haciendo.
Cuando
me case ella cuido de mis hijos porque Violeta y yo debíamos de trabajar, así
ella solo disminuyo sus clientas (se dedico al negocio de la belleza, aunque
conmigo le fallo bastante), así que nunca me pidió nada, hasta que hace como 22
o 23 años decidí mantenerla y curiosamente no es una carga ni una
responsabilidad, es como con mis hijos, un gozo poder compartir lo que tengo.
Es
muy gritona y se enoja ·muy feo”, claro, nadie se enoja bonito, ahora ella
tiene 87 años, me ha aguantado, ha sido prudente, paciente y tolerante, ha buscado
que la lectura sea mi alma, así que no la puedo felicitar por el hecho de ser
madre, ella tomo su opción, no le puedo agradecer por cumplir responsablemente
conmigo puesto que era su obligación, pero si se que la quiero no por ser mi
madre, sino por ser la mujer que es. Se que pronto va a morir, pero espero que
al menos en el momento en que deba de irse lo haga en paz, sabiendo que no
quedo ningún capitulo, ninguna letra por ser escrita por sus viejas manos.
Para
terminar deseo y espero que todas y todos aprendamos a caminar juntos, sin
miedo y a saber que el buen, el verdadero trabajo de una madre se ve cuando sus
hijos caminan en paz, con tranquilidad, que son prudentes, tolerantes,
valientes, felices, solidarios, porque eso mis queridos amigos, no es genética,
eso es el amor que educa.
Alejandro,
10 de mayo, 2012.
PS.
Por muchas razones, entre otras, por que viviendo en Santa Cruz de Juventino
Rosas, con Luis y la Mely, cuando poco tiempo después conocí el poder, la
barbarie y la brutalidad del estado, ese 10 de mayo, no pude ir con mi madre,
sin embargo, en algún lugar de mi mente surgió esta canción y mientras los
criminales hacían lo propio con migo, mi mente la cantaba recordando y pidiendo
que mi madre estuviera ahí, junto a mí, gracias a Dios no estaba y no lo sabe (eso creo).
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