Emily Dickinson wrote, "One need not be a chamber to be haunted. One need not be a house.
The brain has corridors surpassing material places."
Emily Dickinson escribió, “Uno no necesita ser una cámara para ser cazado. Uno no necesita ser
una casa. El cerebro tiene pasillos que supera los lugares materiales.”
Playwright Eugene Ionescu said, "Ideologies separate us. Dreams and anguish bring us
together."
Playwright Eugene Ionescu dijo, “Las ideologías nos separan. Los sueños y angustias nos unen”
Recuerdas
como era todo, cuando descubriste que el papel podía contener secretos y
tesoros, cuando las letras se unieron y formaron palabras y las palabras
sueños, cielos e infiernos, ¿recuerdas?
Sabes,
para mi escribir siempre ha sido difícil, aunque lo prefiero a hablar, me da la
oportunidad de poder armar mejor mis ideas, de hecho, sigo un proceso similar
cuando hablo, ahora es raro escribir sobre papel, usar tinta, verdaderos
bolígrafos que se usan con cartuchos o cargándose directamente del tintero, y
es que el papel tiene un olor y una textura única que lo hace formar parte de
un mismo, así la pluma y el papel no son ajenos, forman parte de mí, no son
apéndices sino extensiones.
Siempre
me he imaginado a la hoja blanca, como una inmensa mar y las palabras como
barcos y océanos, continentes que van llenando la hoja, pero al ver este océano
siento su inmensidad, es ese océano y así de pronto soy como uno de esos
exploradores, buscando nuevas tierras y mares, ensanchando su pequeño mundo.
A
mí me gusta usar mis manos, de hecho el escribir es un oficio como el de
albañil o el del labrador, un oficio que tiene la virtud de trasmitir ideas y
conocimientos, es como cuando haces un mueble de madera, buscas el tipo de
madera, la conoces, la recorres con tus dedos con los ojos cerrados, la hueles,
la palpas, cuando la vas desbastando para darle la textura necesaria y la cotas
para unirla con otras piezas, caa una de ellas única e importante y así, poco a
poco vas construyendo un mueble, algo que es básico por su utilidad aunque no
por ello debe dejar de ser bello, fuerte, elegante, sobrio.
O
también cuando cocinas, para mi cocinar es el poder imaginar desde antes de
preparar lo que sea, sus olores, sabores, texturas, como se servirá, su
belleza, su sabor, es también el buscar cada producto y sentirlo, saber que tan
maduro o fresco esta, acaso y probarlo, observar sus colores y sentir los
aromas, eso que las tiendas departamentales han despojado de la alimentación y
ya en la cocina, prepararlo, sazonarlo, sal, azúcar, pimienta, las hierbas
maravillosas y las especies que darán un sabor peculiar, el imaginar a los comensales,
compartir con ellos, pensar en que vino y la música, hacer del alimento un
gozo.
Por
eso creo que el escribir es alfarería en un torno dando forma o algo como la cestería,
mimbre crecido y después trabajado para tejer cestas que contendrán alimentos,
ropa y algunas veces, sueños, esperanzas, dolores y recuerdos o bien tejer una
cobija o un camino de mesa, es tejer la trama y la urdimbre. La escritura es un
oficio, algo que se debe hacer desde dentro, con los intestinos, con el hígado,
que es la posibilidad de compartir, de hacer algo útil, valiente, a veces
inteligente, algunas veces es tan solo llenar ese océano blanco de seres
muertos, huecos, sin aliento alguno, eso es triste.
Escribir
es también junto con la muerte el acto más íntimo, algo que solo quien lo
acomete sabe lo que desea, aunque no sepa exactamente como concluye, porque
sabes, quien escribe inicialmente lo hace para sí, ah! claro, están todos
aquellos que escriben por obligación, pero eso ya no es un oficio, es convertir
la palabra en mercancía, pero no les culpo, yo lo hago y es algo con lo que se
tiene que aprender a vivir, así como con los deseos y los sueños olvidados.
A
veces deseo escribir eso que he intentado tantas veces, eso que he debido escribirte desde siempre “…sabes, quisiera de vez en cuando volver a sentir tus
manos en mi cuerpo y tu aliento fresco en mi piel, quisiera conocerte en lo más
íntimo, en cada uno de tus poros, desearía volver a darle un nombre secreto a
cada parte de tu cuerpo, para que cuando lo recorra pueda decirlo suavemente,
despacio en tu oído, quisiera que ambos volviéramos a cobijarnos con nuestros
cuerpos, a unirnos y siendo dos ser por solo ese momento uno, como el halito
divino”.
También
me gustaría escribir sobre los silencios, esos que guaramos tan celosamente e
imaginamos como que no existen, esos silencios que dicen tanto y que no podemos
entenderlos.
O
sobre las lágrimas, esas que a veces brotaron con gritos y dolor y otras, quizá
las más tristes, las que no salieron, las que se quedaron estancadas esperando
secarse.
O
también sobre lo que queríamos decir, recuerdas, había tantas cosas que
debieron haberse dicho y que nunca lo fueron, palabras muertas antes de nacer.
Acaso
no sería estupendo volver a escribir como si fuese La montaña mágica” ¿recuerdas?
“…El
Tiempo, que no era de la especie del Tiempo medido por los relojes de las
estaciones, cuyas agujas avanzan por sacudidas de cinco en cinco minutos, sino
más bien el Tempo de los pequeños relojes, cuyo movimiento de agujas permanece
invisible, o de la hierba, que ningún ojo ve crecer a pesar de que
continuamente crezca. El Tiempo -una línea compuesta de puntos sin extensión-
había continuado arrastrándose invisible, secreto y, sin embargo, activo,
produciendo cambios…”
Te
digo, la letra, la palabra en el papel forma islas y continentes, océanos y
cielos, por eso no importa cuando quien escribe ya no esta, porque habrá quien
lo lea, quien continúe escribiendo, habrá quien haga su tinta y su papel, quien
escriba buscando nuevos lenguajes, los del cosmos, esos que Platón llamo la
música e las esferas.
Por
eso no hay buenos o malos escritores, habrá aquellos que su trama es
interesante pero su urdimbre flácida y pobre o bien fuerte sin color ni
textura, un urdimbre áspero y duro, más habrá aquellos que escriban sin miedo,
que sepan tejer y hacer hermosas figuras, de colores y texturas únicas, formas
y figuras hieráticas, cripticas o nítidas y suaves, frescas, siempre habrá quienes
estén llenos o quienes estén vacios, pero siempre tendrán algo que decir.
Ahora
debo irme, es tiempo, más también lo es de saber que se puede ser libre y
escribir, que te he escrito esto para ti, que espero lo leas y cuando lo hagas,
tomes una hoja en blanco, una pluma y tinta y me escribas, porque así con la
palabra volveremos a ser el origen, solo tú y yo.
Alejandro.
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