domingo, 20 de mayo de 2012

Te escribo para saber de mí...



  
Emily Dickinson wrote, "One need not be a chamber to be haunted. One need not be a house. The brain has corridors surpassing material places."
Emily Dickinson escribió, “Uno no necesita ser una cámara para ser cazado. Uno no necesita ser una casa. El cerebro tiene pasillos que supera los lugares materiales.”

Playwright Eugene Ionescu said, "Ideologies separate us. Dreams and anguish bring us together."
Playwright Eugene Ionescu dijo, “Las ideologías nos separan. Los sueños y angustias nos unen”


Recuerdas como era todo, cuando descubriste que el papel podía contener secretos y tesoros, cuando las letras se unieron y formaron palabras y las palabras sueños, cielos e infiernos, ¿recuerdas?

Sabes, para mi escribir siempre ha sido difícil, aunque lo prefiero a hablar, me da la oportunidad de poder armar mejor mis ideas, de hecho, sigo un proceso similar cuando hablo, ahora es raro escribir sobre papel, usar tinta, verdaderos bolígrafos que se usan con cartuchos o cargándose directamente del tintero, y es que el papel tiene un olor y una textura única que lo hace formar parte de un mismo, así la pluma y el papel no son ajenos, forman parte de mí, no son apéndices sino extensiones.

Siempre me he imaginado a la hoja blanca, como una inmensa mar y las palabras como barcos y océanos, continentes que van llenando la hoja, pero al ver este océano siento su inmensidad, es ese océano y así de pronto soy como uno de esos exploradores, buscando nuevas tierras y mares, ensanchando su pequeño mundo.

A mí me gusta usar mis manos, de hecho el escribir es un oficio como el de albañil o el del labrador, un oficio que tiene la virtud de trasmitir ideas y conocimientos, es como cuando haces un mueble de madera, buscas el tipo de madera, la conoces, la recorres con tus dedos con los ojos cerrados, la hueles, la palpas, cuando la vas desbastando para darle la textura necesaria y la cotas para unirla con otras piezas, caa una de ellas única e importante y así, poco a poco vas construyendo un mueble, algo que es básico por su utilidad aunque no por ello debe dejar de ser bello, fuerte, elegante, sobrio.

O también cuando cocinas, para mi cocinar es el poder imaginar desde antes de preparar lo que sea, sus olores, sabores, texturas, como se servirá, su belleza, su sabor, es también el buscar cada producto y sentirlo, saber que tan maduro o fresco esta, acaso y probarlo, observar sus colores y sentir los aromas, eso que las tiendas departamentales han despojado de la alimentación y ya en la cocina, prepararlo, sazonarlo, sal, azúcar, pimienta, las hierbas maravillosas y las especies que darán un sabor peculiar, el imaginar a los comensales, compartir con ellos, pensar en que vino y la música, hacer del alimento un gozo.

Por eso creo que el escribir es alfarería en un torno dando forma o algo como la cestería, mimbre crecido y después trabajado para tejer cestas que contendrán alimentos, ropa y algunas veces, sueños, esperanzas, dolores y recuerdos o bien tejer una cobija o un camino de mesa, es tejer la trama y la urdimbre. La escritura es un oficio, algo que se debe hacer desde dentro, con los intestinos, con el hígado, que es la posibilidad de compartir, de hacer algo útil, valiente, a veces inteligente, algunas veces es tan solo llenar ese océano blanco de seres muertos, huecos, sin aliento alguno, eso es triste.

Escribir es también junto con la muerte el acto más íntimo, algo que solo quien lo acomete sabe lo que desea, aunque no sepa exactamente como concluye, porque sabes, quien escribe inicialmente lo hace para sí, ah! claro, están todos aquellos que escriben por obligación, pero eso ya no es un oficio, es convertir la palabra en mercancía, pero no les culpo, yo lo hago y es algo con lo que se tiene que aprender a vivir, así como con los deseos y los sueños olvidados.


A veces deseo escribir eso que he intentado tantas veces, eso que he debido escribirte desde siempre “…sabes, quisiera de vez en cuando volver a sentir tus manos en mi cuerpo y tu aliento fresco en mi piel, quisiera conocerte en lo más íntimo, en cada uno de tus poros, desearía volver a darle un nombre secreto a cada parte de tu cuerpo, para que cuando lo recorra pueda decirlo suavemente, despacio en tu oído, quisiera que ambos volviéramos a cobijarnos con nuestros cuerpos, a unirnos y siendo dos ser por solo ese momento uno, como el halito divino”.

También me gustaría escribir sobre los silencios, esos que guaramos tan celosamente e imaginamos como que no existen, esos silencios que dicen tanto y que no podemos entenderlos.

O sobre las lágrimas, esas que a veces brotaron con gritos y dolor y otras, quizá las más tristes, las que no salieron, las que se quedaron estancadas esperando secarse.

O también sobre lo que queríamos decir, recuerdas, había tantas cosas que debieron haberse dicho y que nunca lo fueron, palabras muertas antes de nacer.

Acaso no sería estupendo volver a escribir como si fuese La montaña mágica” ¿recuerdas? “…El Tiempo, que no era de la especie del Tiempo medido por los relojes de las estaciones, cuyas agujas avanzan por sacudidas de cinco en cinco minutos, sino más bien el Tempo de los pequeños relojes, cuyo movimiento de agujas permanece invisible, o de la hierba, que ningún ojo ve crecer a pesar de que continuamente crezca. El Tiempo -una línea compuesta de puntos sin extensión- había continuado arrastrándose invisible, secreto y, sin embargo, activo, produciendo cambios…”

Te digo, la letra, la palabra en el papel forma islas y continentes, océanos y cielos, por eso no importa cuando quien escribe ya no esta, porque habrá quien lo lea, quien continúe escribiendo, habrá quien haga su tinta y su papel, quien escriba buscando nuevos lenguajes, los del cosmos, esos que Platón llamo la música e las esferas.

Por eso no hay buenos o malos escritores, habrá aquellos que su trama es interesante pero su urdimbre flácida y pobre o bien fuerte sin color ni textura, un urdimbre áspero y duro, más habrá aquellos que escriban sin miedo, que sepan tejer y hacer hermosas figuras, de colores y texturas únicas, formas y figuras hieráticas, cripticas o nítidas y suaves, frescas, siempre habrá quienes estén llenos o quienes estén vacios, pero siempre tendrán algo que decir.

Ahora debo irme, es tiempo, más también lo es de saber que se puede ser libre y escribir, que te he escrito esto para ti, que espero lo leas y cuando lo hagas, tomes una hoja en blanco, una pluma y tinta y me escribas, porque así con la palabra volveremos a ser el origen, solo tú y yo.

Alejandro.

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